CUANDO UN ADOLESCENTE TRANSGREDE LAS NORMAS FAMILIARES, ESCOLARES O SOCIALES: ¿ESTÁ ENFERMO?
Desde el punto de vista del coaching la respuesta es NO. El coaching es la técnica que funciona como acompañamiento a las personas, que consigue a través de preguntas e interacción con el adolescente que él mismo aprenda, de forma ágil y consciente, quien es, cómo es y el potencial que tiene. En la adolescencia se dan importantes cambios en la vida de una persona. Es una etapa en la que se evoluciona de niño a adulto. Los cambios se producen a nivel físico, social y psicológico.
Los adolescentes buscan su propia identidad, y lo hacen de forma independiente de los padres, se apoyan más en las relaciones sociales con el grupo e investigando el mundo que los rodea.
Esa búsqueda, en algunos casos, le lleva a un comportamiento opuesto al que hasta ese momento ha experimentado en su casa, a contraponer modelos, experiencias, a encontrar sus propios límites, a explorar mundos desconocidos para ellos, de forma que tienen la opción de aprender y decidir lo que desean.
¿Acaso quiere decir que están enfermos?,
¿Qué están perdiendo las oportunidades de futuro que su familia y la sociedad les brinda?
La respuesta del coaching sigue siendo NO
Estos cambios genéricos son comunes y necesarios para todos los adolescentes, cada uno es único y diferente y por lo tanto actúa de distinta forma en busca de su propia identidad.
Algunos pasan por la adolescencia de forma tranquila, afirmándose en ellos mismos sin provocar apenas oleajes o tensiones en la familia o en su entorno.
Otros tienden a explorar los límites de forma más extrema, como pueden ser discrepancias en casa, en las escuelas, transgresión de normas familiares, escolares y sociales.
El coaching acompaña al adolescente en sus descubrimientos y aceptación de sí mismo, le sirve de espejo para que aprenda a reconocerse en sus dudas y en sus valores.
Sirve de algo este acompañamiento? En el momento que la persona comienza a conocerse y aceptarse deja de luchar contra lo exterior y aprende a valorarse como es, su energía no se dispersa sino que se concentra en el presente y en el futuro propio.
El ciclo de maduración natural se convierte en un río que fluye tranquilamente dejando atrás las grandes corrientes y cataratas.