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Los Talentos

¿Quién es más libre? ¿El que más tiene o el que gestiona mejor aquello con lo que cuenta?. Partiendo de la premisa de que toda persona está completa, es profundamente creativa y está llena de recursos, la pregunta que me formulo es: ¿qué nos diferencia entonces? ¿qué hace que una persona alcance sus objetivos, mientras otra no acierte si quiera a llegar a definirlos?

La vida nos ofrece infinidad de oportunidades. Unas veces nos encontramos con ellas sin más, otras, sin embargo, aparecen como consecuencia de una incesante búsqueda por nuestra parte. Pero siempre, en cualquier caso, estamos preparados para afrontarlas, pues contamos con recursos suficientes. ¡Tenemos talento para eso y para mucho más!. Lo que ocurre es que hay veces en las que no somos conscientes ni de poseer ese talento, ni mucho menos aún de que podemos multiplicarlo con creces si nos lo proponemos.

Contaba la Parábola de los Talentos (Mateo, 25, 14-30) que un señor que poseía una hacienda marchó al extranjero dejando sus tierras al cuidado de 3 de sus siervos. A uno le dio 5 talentos (un talento era por aquel entonces una gran cantidad de dinero), a otro le dio 2 y al tercero 1. Al volver se encontró con que los siervos a los que había dado 5 y 2 talentos respectivamente, habían negociado con los mismos, duplicando la cuantía recibida que entregaron fielmente a su señor, a su vuelta. Sin embargo, aquel al que dio 1 talento se aseguró de enterrarlo bien y poder devolverlo así intacto a su señor.

Los dos primeros siervos, aquellos que supieron explotar con creces aquello que les fue entregado, fueron reconocidos por su señor, el cual les dio mucha más responsabilidad a partir de aquel momento, sabedor de que la gestionarían adecuadamente. No así ocurrió con el tercero, que demostró miedo incluso de asumir aquella responsabilidad que le había sido otorgada en un principio. Esto último hizo que el señor decidiera finamente prescindir de él.

¿Qué diferencia a estos siervos que conocían del mismo modo la Hacienda en la que trabajaban y al señor al que servían?

Los dos primeros, conocedores de su talento, supieron gestionar con compromiso y responsabilidad sus oportunidades y es por ello que crecieron incluso en mayor medida en que arriesgaron, sin embargo, el último de ellos, demostró ignorancia de su propio talento, desconocimiento de su propia capacidad y por todo ello se achicó ante la magnífica oportunidad de crecer que la vida le brindó.

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